Hablar. Eso es lo que hago en mis pinturas. Cuento una historia, breve y sencilla, verdadera y sincera, desprovista de lenguaje florido y de palabras superfluas. Habló suavemente, pierdo el control de vez en cuando, y bajo todo ello hierve un murmullo persistente de malestar propio de hogares supuestamente normales, pero en los que «el sufrimiento gris de sus residentes inicialmente no es aparente y requiere descifrado” leer más…